La cultura
Olmeca es la madre de muchas de las culturas que se desarrollaron en
Mesoamérica tales como la Maya, la Teotihuacana, la Zapoteca, la Mixteca y la
del Tajín. En cuanto a su arte es importante destacar que fueron unos
verdaderos artistas de la escultura. Las mejores muestras de este arte las
podemos ubicar en la Gran Plaza de Monte Albán donde se ubican grandes bloques
de cantera con bajos relieves y altos relieves de figuras, dentro de las que
predominan las masculinas y en posturas danzantes pero con expresiones
desesperadas, como personas que acuden a un templo en busca de una cura
milagrosa; lo cual no es difícil de entender dado que Monte Albán era el centro
ceremonial más importante para ellos.
Gran
altar, La Venta.
El
Danzante, La Venta
Cabeza
Olmeca en piedra basáltica.
El arte
Olmeca se caracteriza por sus típicas bocas de jaguar y sus cabezas enormes.
Trasladándonos un poco a otra cultura encontramos la cultura zapoteca, la cual
como era de esperarse, tiene una gran influencia del arte olmeca; también
podemos ubicar en esta otra gran cultura los grandes lujos en las pinturas y la
joyería que se colocaba en las tumbas en la cuales, los grandes murales fueron
predominantes al igual que el uso de jade, plata, oro, conchas, azabache,
alabastro y ámbar; todo esto se empleaba
para honrar a sus muertos en forma de ofrendas colocadas a lo largo y ancho de
sus tumbas, al igual como la joyería bellamente creada y colocada dentro de
recinto. Las urnas zapotecas ya se realizaban con barro negro y cada una de
ellas representaba una deidad.
Mictlantecuhtli,
joya ubicada en Monte Albán, Museo de Oaxaca.
Xipe
Tótec en oro encontrada en una tumba en Monte Albán.
Este
período de gran exquisitez de Monte Albán corresponden al período preclásico,
del 241 al 145 a. C.
Fuentes consultadas:
Toussanint, A. “Resúmen
Gráfico de la Historia del arte en México. Ediciones G. Gili. México, 1986.
212pp
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